Los médicos nos repiten hasta el cansancio que la vacuna es la única arma que tenemos para derrotar al Sars-CoV-2 y volver a la vida normal.
Y, en mi opinión, tienen razón, pero al mismo tiempo no debemos olvidar que las vacunas anti-Covid-19 son mucho más que simples medicamentos para ser utilizados en el sector de la salud.
Las vacunas representan el arma ideal que permite a las potencias globales expandir sus influencias, alterar las disputas Geo-políticas y asestar golpes bajos a sus rivales.
Desde este punto de vista, no debemos pensar solo en el papel que han jugado Rusia y China, que, respectivamente con el Sputnik V y la vacuna Made in China, están intentando por todos los medios cubrir los huecos que ha dejado el Occidente.
Y no debemos dejar a un lado a los Estados Unidos de Joe Biden, que han hecho de la soberanía de las vacunas su nueva doctrina ideológica. Por el contrario, es interesante detenerse en el viejo continente.
El pretexto es AZD1222, la vacuna fabricada por AstraZeneca, mientras que el objetivo en la mira es el Reino Unido.
Los autores que fueron protagonistas del asalto a Londres, en cambio, están reunidos bajo el estandarte del europeísmo desenfrenado.
Al combinar los tres puntos puestos sobre la mesa y agregar el tema del Brexit como punto culminante, obtenemos un escenario potencialmente peligroso.
El ataque a AstraZeneca
Dado que la vacuna AstraZeneca ha generado reacciones adversas en toda Europa, con una gran cantidad de supuestas muertes aún por esclarecer, y potencialmente vinculadas a la administración de AZD1222, hay países que han adoptado medidas severas.
Austria, Estonia, Lituania, Luxemburgo, Italia y Letonia han suspendido las inoculaciones de un par de lotes sospechosos del producto en cuestión, mientras que Dinamarca, Noruega e Islandia, por ejemplo, han suspendido todas las inyecciones de la vacuna. Irlanda también se unió a la lista.
Según informes del Ministerio de Salud irlandés, la Comisión Asesora Nacional de Vacunas ha recomendado la suspensión temporal de la administración de la vacuna de AstraZeneca debido a los casos de coágulos de sangre reportados en algunos pacientes que la habían recibido.
La recomendación se produjo después de la información más reciente de la agencia farmacéutica noruega, es decir, que hay pacientes hospitalizados por sospechas de reacciones adversas a la vacuna que están experimentando una disminución de la cantidad de plaquetas, trombosis y hemorragias. AstraZeneca, por lo tanto, terminó en el ojo de la tormenta.
¿Represalia por la Brexit?
No cabe duda que, los problemas provocados por la vacuna AstraZeneca deben plantearse, aclararse y resolverse lo antes posible.
Pero, detrás de legítimas dudas médicas, existe la impresión de que algunos países pueden haber aprovechado la historia que la vacuna es elaborada por una empresa anglo-sueca para «castigar» al Reino Unido de Boris Johnson.
Por otro lado, Londres acaba de salir de la Unión Europea, provocando un terremoto sin precedentes en algunas partes de Bruselas.
Por si fuera poco, el plan de vacunación del Reino Unido ha demostrado ser mucho más eficaz que los adoptados por los distintos países de la UE.
Y mientras que el resto del continente tiene que lidiar con una escasez ahora endémica de vacunas, el Reino Unido, en virtud de acuerdos realizados de antemano con empresas farmacéuticas en forma individual, no tiene problemas similares.
Al 12 de marzo, el Reino Unido contaba 0.49 dosis diarias de vacuna administradas por cada 100 habitantes, un valor significativamente superior al 0.29 recogido por Italia, el 0.33 francés y el 0.27 alemán y español.
Pero, en general, es la cantidad de dosis administradas, siempre cada 100 habitantes, la que mejor traduce la idea de proporciones: UK 37.15; España 11.45; Italia 10.93, Alemania 10.58.
En resumen, Boris Johnson, cifras en mano, lo hizo mejor que Bruselas y los gobiernos más pro-europeos del Viejo Continente.
Por lo tanto, no se excluye que los diversos ataques hacia AstraZeneca, incluidos los más recientes, emitidos en boca de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, sean solo un medio para ajustar indirectamente las cuentas con el Reino Unido.
Si es así, más allá de las críticas casi redundantes, Europa debería tener cuidado de no exceder ciertos límites. Además porque son los países europeos los que necesitan dosis y no el Reino Unido, que produce un buen número de ellas con AstraZeneca.