En China, existe una población conocida como los Yao, ubicada principalmente en regiones montañosas de Guangxi y Guangdong, en el sur del país, donde las mujeres tienen una práctica particular relacionada con su cabello.
Según la leyenda transmitida durante miles de años, una joven Yao rechazó a un pretendiente no deseado utilizando su propio cabello como arma.
Como resultado de esta historia, las mujeres de esta etnia adoptaron la costumbre de cortarse el cabello solo una vez en la vida, a la edad de 18 años, durante una ceremonia pública, manteniéndolo largo posteriormente.
Esta tradición se cree que aporta beneficios de longevidad y prosperidad.
A nivel global, es común asociar cabellos largos con la imagen femenina, a pesar de algunas excepciones.
En numerosas culturas, desde China hasta África occidental, una melena larga, densa y bien cuidada se percibe como un rasgo positivo.
Aunque el origen de esta práctica de que las mujeres mantengan el cabello largo es incierto, con el tiempo, académicos han formulado diversas teorías al respecto.
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Cabello largo en mujeres - Origen
Según el análisis de la arqueóloga Elizabeth Bartman, la práctica de que las mujeres lleven el cabello largo tiene raíces que se remontan a la antigua Grecia y la antigua Roma.
Durante la antigua Grecia, además del estereotipo del “filósofo con barba y cabello largo“, las mujeres solían lucir cabello más largo que los hombres.
Del mismo modo, en la antigua Roma, las mujeres adoptaban la costumbre de llevar cabello largo, a menudo peinado de manera elaborada y dividido por el medio, en contraste con la percepción de que los hombres que prestaban excesiva atención a su apariencia capilar eran considerados afeminados.
Kurt Stenn, autor de un libro sobre la historia del cabello, ha observado que en prácticamente todas las culturas, las mujeres han tendido a tener cabello más largo que los hombres.
Aunque las razones detrás de esta tendencia no están completamente claras, se cree que está relacionada en gran medida con factores de riqueza y salud.
La forma en que una persona peina su cabello no solo refleja su personalidad, sino también su afiliación a un grupo específico.
De acuerdo con la académica Deborah Pergament, el estilo de peinado y el cuidado del cabello pueden proporcionar detalles sobre aspectos diversos de la vida de una persona, como su forma de pensar, orientación sexual, creencias religiosas, inclinaciones políticas e incluso su estatus social.
Históricamente, el cabello largo ha sido vinculado al poder: en mitología griega, deidades como Zeus y Poseidón eran representadas con cabello largo, y en la Europa medieval, los individuos ricos y guerreros solían tener cabello largo, en contraste con los siervos y prisioneros, que generalmente llevaban el cabello corto o rapado.
En esta época, se esperaba que los hombres mantuvieran el cabello más corto que las mujeres.
A principios del 900
Un documento del año 1094, mencionado por el historiador Robert Bartlett, evidencia que el arzobispo Anselmo de Canterbury se negaba a bendecir a ciertos jóvenes que tenían “cabello como las chicas” a menos que se lo cortaran.
No obstante, Kurt Stenn, quien imparte clases de patología y dermatología en la Universidad de Yale y tiene experiencia en la empresa farmacéutica Johnson & Johnson, añade un componente adicional a esta perspectiva.
Según él, a lo largo de la historia, el cabello largo ha sido un indicador de la salud y el bienestar de una persona.
Mantener el cabello largo requería, entre otras cosas, una alimentación adecuada, descanso suficiente, higiene personal y ausencia de enfermedades o infecciones.
Además, también implicaba dedicar tiempo al cuidado del cabello, especialmente si se buscaban peinados elaborados, una tarea que generalmente recaía en las mujeres con asistencia de otras personas.
En resumen, según Stenn, aquellos con cabello largo solían tenerlo porque disponían de los recursos y el tiempo necesarios para mantenerlo en buenas condiciones.
Una perspectiva bíblica
El sociólogo Anthony Synnott, mencionado por la revista Time, sugiere que la tradición de que las mujeres mantengan el cabello largo en la sociedad occidental podría haber sido influenciada por referencias bíblicas.
En particular, se hace referencia a la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, que señala que para una mujer cortarse el cabello “es una vergüenza“, mientras que se establece que “el hombre no debe cubrirse la cabeza, porque él es imagen y gloria de Dios” (y “la mujer, en cambio, es gloria del hombre“, continúa el pasaje).
Además, se menciona que “es indecoroso para el hombre dejarse crecer el cabello“, mientras que se considera “una gloria para la mujer dejárselo crecer” porque “se le ha dado el cabello largo como un velo“.
Otra razón plausible por la que las mujeres tienden a llevar el cabello más largo que los hombres se relaciona con la menor prevalencia de alopecia androgenética en el género femenino.
Esta afección, causada por factores hereditarios, conduce a la disminución gradual de los folículos pilosos con el tiempo, resultando en la formación de cabello más fino y débil que tiende a caerse y provocar una evidente pérdida de densidad.
Estudios científicos recientes también han destacado que el cabello largo puede aumentar la percepción de atractivo en las mujeres a los ojos de los demás, aunque este factor no parece ser el único determinante detrás de la tendencia a mantener el cabello largo ni de las supuestas preferencias de las parejas sexuales.
Investigaciones en el campo de la psicología evolutiva sugieren que los hombres tienden a percibir a las mujeres con cabello largo como más saludables, interpretándolo de forma inconsciente como una señal de mayor fertilidad.
En la sociedad occidental, hasta la Primera Guerra Mundial, era común que las mujeres dejaran crecer su cabello hasta longitudes considerablemente largas, incluso más allá de la mitad de la espalda o los hombros, y lo peinaran en estilos elaborados.
Aunque el estilo ha evolucionado a lo largo del tiempo, la tradición de llevar el cabello largo nunca ha desaparecido por completo.
No obstante, se han producido notables excepciones a lo largo de la historia, como el icónico corte de “bob” que fue popular en las décadas de 1920 y 1930, o el corte de cabello corto que se generalizó en la década de 1960, considerado un símbolo de independencia.
